lunes, 7 de julio de 2008

Veteranos y Novatos

Así es como ha titulado este artícula una compañera(Romudea), una veterana con 23 años de experiencia que se acuerda de sus tiempos de inicio al ejercicio de nuestra profesión.Sinceramente, a mi me ha encantado y no he podido evitar reproducirlo en mi blog.
Muchas de nuestras compañeras veteranas deberían hacer esta reflexión y tratar de adoptar una actitud similar a la Romudea.
Leerlo y después ,si os apetece, dejar vuestra opinión.

Llega el verano, la playa, las vacaciones, el calor… y las sustituciones de verano.
38 o 39 grados, principios de Julio, turno de tarde. Sé que mis compañeros la mayoría están ya de vacaciones, y a mí me quedan las pruebas de supervivencia de la primera quincena.

Desde el “¿Dónde me puedo vestir?” “¿Dónde dejo el bolso?” Hasta los “ ¿puedes venir un momento? Es que no sé por qué pita esto”.
Este año no me pasará. Me he mentalizado profundamente, he hecho retrospecciones al pasado, cuando la novata con poca idea y verde como una espinaca era yo.
Recuerdo cada uno de los compañeros que tuvieron que soportar mi falta de experiencia, aguantar mis preguntas repetitivas una y otra vez, y los que me ayudaron en todo lo que pudieron, los que me sacaron las castañas del fuego cuando yo ni siquiera me había dado cuenta que las castañas ardían, o que existían. Gracias a ellos me fui formando en experiencia. Tuvieron paciencia conmigo, como las seños de primaria enseñando a dividir por dos cifras a sus niños, me explicaban las cosas de manera sencilla, indicándome detalles y maneras eficaces de trabajar que no aprendí en la carrera, pues no son lo mismo las utopías que las realidades, contando con poco material, poco personal y poco tiempo.
Me enseñaron también como se siente una persona cuando asume sus propias responsabilidades, y me hicieron sentir bien cuando conseguí asumirlas y me quité el sambenito de “niña de prácticas”.
En aquella época, las personas que terminábamos nos queríamos comer el mundo, éramos esponjas , absorbíamos todo tipo de conocimiento, y teníamos como aliciente el propio aprendizaje y crecimiento profesional. Era un mecanismo reciproco, nosotros, “los novatos” demandábamos conocimientos y realización de todo tipo de técnicas novedosas para nosotros; ellos, “los veteranos” demandaban reconocimiento profesional, aunque fuera por parte de un puñado de niñatos jóvenes con ganas de currar.
Muchas veces he pensado en aquel tiempo, con 20 años: “De mayor quiero trabajar como ella”, “nunca se equivoca”, “entiende de todo”, “trabaja con una seguridad pasmosa”. Y sobre todo, veía que la tal compañera o compañero, siempre sonreía. Yo sabía que llevaba todo el peso de la planta, y asumía todo tipo de responsabilidad, y, sin embargo, sonreía.
Aprendí a sonreír yo también, y con el paso de los años, casi nunca perdí la sonrisa.
Ahora soy yo la veterana. 23 años de experiencia me amparan. He pasado por veranos criminales, otros no tanto. He conocido a todo tipo de personas: los que se comían el mundo, los que lo querían hacer todo, con más buena voluntad que aptitud, y aprendieron pronto, los que escudados en su condición de novatos, se quitaban de en medio a las primeras de cambio, los peligrosos que se creen que lo saben todo y meten la pata.
Y en el centro de todo esto, como siempre, el paciente, el sufrido paciente crónico, que desde el mes de mayo nos empieza a preguntar: ¿sabéis ya quien viene este verano?, y cuando ven caras nuevas les hacen la ficha técnica en cinco minutos, los que huelen en miedo de los novatos y el hastío de los veteranos.
Este año ya he pasado la primera semana de Julio, trabajando, recibiendo a los de este año, sonriéndoles, ayudándoles y enseñándoles, y haciéndoles ver que cada uno tiene su parte de responsabilidad en el trabajo, que todos somos responsables de nuestra parcela. Somos un equipo formado por individuos que saben trabajar en equipo. Está saliendo bien. Son gente responsable y trabajadora, y asumen sus responsabilidades, y ponen todo su empeño en hacer las cosas bien. Eso se transmite al equipo, y se establece una especie de feed-back que da resultados positivos. Los pacientes lo recogen y lo agradecen. Yo aprendo también de ellos, acaban de finalizar sus estudios, y conocen las nuevas tendencias teóricas, un soporte que si se sabe llevar a la práctica de manera adecuada, mejora la calidad de la asistencia prestada. Aprendo de su juventud, de su limpieza, algunos no están todavía viciados ni contaminados por el sistema, se aprende mucho intercalando distintas generaciones en el lugar de trabajo. Me considero afortunada por aprender de todos ellos.
Este año creo que hemos tenido suerte. Esos novatos puede que piensen de mí algo parecido a los que pensé yo de mis veteranos de hace dos décadas, y cuando pase el tiempo utilizarán lo positivo de mí para enseñar a los novatos que se encuentren en su camino.

Podéis ver el texto original y el blog de Romudea en : http://enfermeraconblog.blogspot.com/2008/07/veteranos-y-novatos.html

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